“Morir sepultado por el edificio que construyeron”. Ese fue el irónico y triste destino de los 16 trabajadores que se encontraban en obra cuando el edificio Málaga en pleno Santa Cruz, Bolivia, se desplomó el martes pasado sin dar aviso por causas que aun se investigan.
Las causas del desplome aluden a ciertas fallas en su construcción, también se habla de una sobrecarga. Sin embargo, resulta casi impensado que un edificio de 9 pisos, al parecer de hormigón, tenga una falla así de frágil, que ni siquiera haya dado tiempo a los trabajadores a evacuar el edificio. ¿De qué magnitud de errores estamos hablando?
En los medios tradicionales no se ha hecho reparo en lo sorprendente que resulta que un edificio (sometido a una normativa de construcción) tenga un colapso así de inmediato, en un estado de construcción tan avanzado y además, sin siquiera ser víctima de un movimiento telúrico, incendio u otro agente externo. Sin embargo nosotros, arquitectos, sabemos que algo como esto es tan insólito como condenable.
Por el momento, la prensa está centrada en el rescate de los cuerpos que aun se mantienen bajo los escombros y poco se puede encontrar sobre declaraciones de la empresa o dichos del gobierno buscando responsabilidades. No queda más que esperar por más información en los próximos días.
Mientras tanto, el tema nos da bastante para especular y reflexionar.